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En este post vamos a seguir con la recopilación de los principios del entrenamiento deportivo y, para variar, esta vez le toca ser protagonista al Principio de Variedad.  El Principio de Variedad nos dice que es necesario aplicar estímulos de entrenamiento variados para progresar en el entrenamiento y llegar al rendimiento óptimo. Este principio podemos contemplarlo tanto desde una perspectiva física como psicológica.

Calentamiento de Mo Farah y Galen Rupp

Perspectiva física

El cuerpo se adapta de forma específica a los estímulos a los cuales se somete. Repetir un estímulo de forma continua puede tener a corto plazo un buen resultado en cuanto a adaptación, el problema es que con total probabilidad al cabo del tiempo ese estímulo deje de tener efecto y se produzca un estancamiento en el rendimiento. Este fenómeno suele observarse a menudo en corredores aficionados cuyo entrenamiento está constituido tan sólo por la carrera continua uniforme. La carrera continua uniforme suele variar poco en distancia, y el rango de intensidades que permite es tan reducido que al cabo de un tiempo resulta imposible progresar, cuando anteriormente la mejora se podía observar incluso casi de una sesión para otra.

En cambio, al introducir distintos estímulos como entrenamientos fraccionados de distintas intensidades y duraciones, entrenamiento de fuerza, estiramientos, técnica, etc, el organismo consigue unas nuevas adaptaciones que permiten crear una mayor base para seguir progresando en el entrenamiento más específico.

Perspectiva psicológica

Es evidente que la predisposición mental para afrontar un entrenamiento o competición tiene un peso crucial en el rendimiento. Cuando el deportista entrena un día tras otro durante semanas, incluso meses, con las mismas tareas, los mismos ejercicios, etc, llega un punto en el que la monotonía y el aburrimiento se apoderan de él. Es importante que el entrenamiento suponga un reto, que invite a superarse y despierte el interés y la motivación en el atleta. Volviendo al ejemplo de los corredores, si un atleta semana tras semana tiene que enfrentarse a un entrenamiento de 6×1000, al cabo del tiempo terminará suponiendo una rutina poco atractiva. Incluso puede llegar a ser contraproducente ya que el atleta está continuamente comparándose y, si la mejora no cumple con sus expectativas (que podrían ser erróneas), la frustración puede apoderarse de él y llevarle a consecuencias nefastas para su evolución.

Si bien es cierto que la repetición es fundamental en el entrenamiento deportivo, disponer de un repertorio de tareas diferentes para unos mismos objetivos permite romper con la monotonía del entrenamiento. Para el ejemplo señalado en el párrafo anterior, bastaría con cambiar ligeramente las distancias del entrenamiento para pasar del 6×1000 al 2x(1200+1000+800). No es exactamente el mismo entrenamiento pero cumple con su objetivo ya que el rango de intensidades, la duración y la carga total tienen una mínima variación.

Incompatibilidad con el principio de especificidad

Podría parecer que ambos principios, el de variedad y especificidad son incompatibles, ya que el de especifidad nos indica que las adaptaciones son específicas para un determinado estímulo, por tanto, si variamos los estímulos estaremos alejándonos del verdadero objetivo de adaptación que buscamos. Nada más lejos de la realidad, y el motivo radica en la interconexión entre nuestras capacidad, ya que unas ejercen de soporte de las otras. Por tanto, el trabajo (bien planificado) en distintas direcciones no sólo no será negativo, sino que nos puede llevar a cotas más altas de rendimiento, por lo que siempre debemos contemplar el Principio de Variedad en nuestros programas de entrenamiento.

Y vosotros, ¿qué estrategias y trucos utilizáis para darle variedad al entrenamiento?

Entrenar es un acto de inteligencia. Competir es un acto de fe
¿Hacia dónde se dirige el Atletismo?