Durante las últimas semanas anda candente el tema del dopaje con el juicio de la Operación Puerto, actuación de la Guardia Civil en la que se encontraron docenas de bolsas de sangre de deportistas españoles y extranjeros de diversos deportes. Se desconocen los nombres de los propietarios de la gran mayoría de ellas y, sinceramente, creo que jamás los conoceremos dado que cabe la posibilidad de que haya algo más que pobres ciclistas o atletas entre ellos.
Hemos vivido en los últimos años otras muchos otros casos de lucha contra el dopaje como la Operación Grial, Operación Máster, Operación Cursa, Operación Skype… pero quizá la más sonada y que más de cerca he sufrido ha sido la Operación Galgo, en la que se han visto implicados de forma directa deportistas con los que convivimos diariamente en las instalaciones de entrenamiento y contra los que nos toca competir de manera más o menos habitual. Voy a ahorrarme calificativos acerca de las leyes y normativas que regulan este tema, al sistema de aplicación de estas, y a la honestidad y el grado de competencia de quienes nos dirigen. Simplemente recordar que después de todo esto, no ha pasado NADA.
Para mí, como profesional del atletismo a la vez que aficionado al deporte en general, hay una cosa que todavía me produce más desconfianza. Ante las publicaciones de transcripciones telefónicas, fotografías con intercambios y pagos, calendarios de dopaje, tarifas por los «servicios prestados» y acusaciones directas con nombres y apellidos, no ha habido (o por lo menos no ha transcendido en ningún medio) ninguna querella por parte de estos deportistas contra ningún periódico, televisión o radio. Los implicados no han desmentido la autenticidad de estas pruebas (que finalmente han sido desestimadas judicialmente, pero que ahí están para conocimiento público), ni reclamado su derecho al honor, ni mucho menos han mostrado una firme postura contra el dopaje. Alguien que no se defiende de esas acusaciones es porque quiere enterrar el tema, que pase todo rápido y que se olvide cuanto antes. No puedo creer en alguien que no intenta limpiar la mierda que le salpica. O que le cubre.
Entiendo perfectamente a los aficionados que piensan que todos los profesionales se dopan. Es la imagen que estamos dando. Estrellas mundiales cazadas, unas escabullen sus condenas con más suerte que otras. Organismos corruptos, que ayudan o miran a otro lado. Es comprensible la desconfianza.
Es por ello que los deportistas no sólo deben practicar un deporte limpio, sino que en la profesión va ganarse su credibilidad y la confianza de la gente, no sólo compitiendo si no transmitiendo una total intolerancia hacia el dopaje. Y para ello hay que hablar, demostrar, posicionarse y mojarse el culo cuando toca. Un ejemplo de ello es Rafa Nadal, al que desde hace tiempo se ha puesto en tela de juicio. Yo ni conozco a Nadal, ni a nadie de su equipo, ni de su entorno. No sé como funciona el tenis, si hay mucho o poco dopaje o cómo son los controles. No tengo la más mínima idea de si se dopa o no se dopa. Lo que sí me genera confianza es que salga ante los medios a decir lo siguiente:
Quiero tener la certeza de que el rival que tengo en frente está igual de limpio que yo. O sea, que sí tiene que pasar un control cada semana, no veo ningún problema para combatir lo que ha pasado en otros deportes.
Puede que sea un farol. Puede que se crea invulnerable. Miren a Amstrong si no. Pero de entrada, unas declaraciones de este tipo me generan mucha más credibilidad que el silencio cobarde de muchos otros.
Al contrario de lo que muchos piensan, yo sí creo en el deporte limpio. Lo veo a mi alrededor, lo practico e intento transmitirlo. Pero hay tanta porquería entre nosotros que, aun no siendo predominante, nos apesta de tal manera que es imposible dar una imagen digna del deporte. Así de triste.
Claro que puede haber atletas limpios. La cuestión es que si hasta corredores o ciclistas con enormes cualidades -nadie duda de las cualidades físicas de Lance Armstrong, Jan Ulrich, Marion Jones, y un largo etcétera- se han dopado, difícilmente otros atletas con cualidades similares o incluso ligeramente superiores tendrán la posibilidad no ya de ganar, sino de pisar el podium. La única manera de que ganaran atletas no dopados es que todos los casos de dopaje fueran descubiertos y sancionados. Cosa que, como sabemos no ocurre.
En todo caso el dopaje, gracias a los medios de control, se ha vuelto algo más sofisticado, con las ventajas e inconvenientes que ello implica. Podría considerarse un inconveniente el hecho de que el dopaje cada vez requiera más medios económicos y esté al alcance de pocos. Pero, ¿es eso una mala noticia? Yo creo que no. Quizá llegue un día en que lograr una tecnología para doparse sin ser descubierto requiera una inversión tan elevada, que no sea compensada con los resultados obtenidos. La buena noticia es que al ser el dopaje cada vez más sofisticado y requerir control médico, el riesgo para la salud y la vida de los corredores es cada vez menor.
Luego está el tema de definir qué es el dopaje. ¿Consideramos dopaje aquellas sustancias que son especialmente perjudiciales para la salud?
Pero, un momento, un momento. Hay quien dice que «menos dopaje y a entrenar más duro». Esta burda opinión omite el hecho de que entrenar más duro a partir de ciertos niveles lleva al sobreentrenamiento a menos que tomemos determinadas sustancias que nos permitan asimilar una carga adicional de entrenamiento. El entrenamiento mismo es bastante antinatural. Un corredor de competición tendrá unos requerimientos de magnesio, potasio, hierro y determinadas vitaminas, por encima de un corredor que entrena moderadamente. Si un corredor de competición no come más que un sedentario y no toma vitaminas y minerales extra, no podrá asimilar el entrenamiento. Por tanto, para él las vitaminas y minerales así como la comida por encima de lo normal son sustancias ergogénicas. Esta necesidad de ayudas viene determinada por el volumen e intensidad del entrenamiento.
Muchas de las sustancias dopantes no ayudan por sí solas y pueden ser más bien inútiles si no hay un elevado volumen de entrenamiento detrás de su administración.
En definitiva, que es asunto del dopaje no es tan claro como nos gustaría. Todavía conviene y mucho encontrar una buena definición.
Hola Antonio, en primer lugar, muchas gracias por tu comentario. Simplemente apuntar que yo sí que tengo muy clara cuál es mi definición de dopaje y es la que aplico y transmito a mi entorno. Por otra parte, acabo de echarle una ojeada a tu blog y he quedado verdaderamente impresionado, me resulta difícil encontrar publicaciones sobre esta temática y lo poco que me ha dado tiempo a leer me parece simplemente extraordinario. Me lo voy a estudiar de arriba abajo.
Un saludo!
Vicente no sólo esta extendido el dopaje entre deportistas de elite que ya todos sabemos y conocemos por los medios de información , pero lo peor es que se está poniendo en auge tambien el dopaje en atletas aficionados.
Pienso que es como un Cancer que está sufriendo el deporte, un Cancer imposible y dificil de estirpar, dificil si las personas o personalidades, deportistas, medicos. agencias antidopajes son sometidos a castigos con penas ejemplares si se demuestra que estan implicados, complices. etc…
Sobre estos temas hay gente, entrenadores, atletas, federativos que no se suelen mojar ya que temen al agua que desde arriba les puede caer.
Yo desde mi propia visión es necesario un cambio de aires en nuestro atletismo pero un cambio desde arriba, hace falta gente con nuevos proyectos y soluciones desde la total transparencia en este sentido.
Como deportista que me considero, consideraba ciertos nombres de nuestro atletismo actual como autenticos heroes del deporte que yo practico, pero al igual que yo muchas personas nos hemos sentidos engañadas y decepcionadas de ver que estos mismos «heroes» hacian trampa a unos pocos que lo hacian de manera limpia y honesta a base de trabajo y costancia en el dia a dia.
Yo quisiera expresar mi más sincera admiración a aquellos@ atletas que de manera limpia demuestran que el deporte de elite se puede ejercer sin la necesidad de tener que hacer trampas ya que soy vosotro@s los que dais ejemplo a todos estos tramposo@s del atletismo y de nuestro deporte.
Un saludo.