He perdido la cuenta de las veces que he fracasado.
He fracasado en objetivos tan banales como acostarme pronto cada día o llevar una agenda, también en otros más vitales como terminar mi carrera musical o de ingeniería.
También muchas veces he fracasado con los objetivos de mis atletas, en mantener una amistad que se truncó o perder cientos (quizá unos pocos miles) de euros en proyectos que no han cuajado.
El éxito y el fracaso no son realidades, sino percepciones. Depende de con quién nos comparemos o de las expectativas que tengamos puestas en nosotros mismos nos sentimos más fracasados o exitosos.
Lo más común es asociar el éxito y el fracaso a la consecución o no de los objetivos que nos hemos marcado. Sin embargo, no somos capaces de valorar multitud de factores que no sólo están fuera de nuestro control, sino fuera de nuestra consciencia, y cómo estos factores van a dificultar la consecución de los objetivos.
Por tanto, no podemos asumir la total responsabilidad del fracaso (o del éxito) sólo por la consecución de los objetivos.
Un tonto nunca se recupera de un éxito
Esta frase de Oscar Wilde refleja con exactitud lo que quiero transmitir. Cuando tenemos éxito, es decir, alcanzamos nuestros objetivos, tendemos a atribuimos un mérito quizá sobrevalorado, damos por hecho que somos muy buenos o que hemos hecho muy bien las cosas, nos comparamos con otros que no lo han conseguido y nos reforzamos en esa idea.
En el éxito es más difícil aprender porque nos complacemos y no tenemos la necesidad de analizar el porqué de las cosas, nos gusta creer que lo hemos hecho muy bien.
Cuando tenemos éxito, nos cuesta ser críticos. Es falso que no se pueda aprender de los éxitos, pero para ello hay que ser sumamente inteligente y maduro.
El fracaso remueve tus entrañas
El fracaso llega hasta lo más profundo de ti, te remueve por dentro, te sobrecoge, te afecta.
En el fracaso pierdes, pierdes tiempo, dinero, confianza, credibilidad, atención, reconocimiento. Sientes dolor.
Y es por lo que repasasamos, analizamos, detectamos errores, asumimos culpas, nos responsabilizamos. No queremos que nos vuelva a ocurrir.
Y ahí reside en aprendizaje, no en el hecho de fracasar sino en el proceso posterior y en la actitud que tomemos luego.
Solo fracasa quien no aprende
Para mí, únicamente fracasa quien no aprende, aunque haya tenido éxito con sus objetivos.
El fracaso es la mayor experiencia didáctica que podemos vivir. Aprender es lo más valioso que podemos obtener en esta vida, más allá del dinero, de tus fans en Facebook, del reconocimiento profesional o de tu «status social» (si es que existe algo así).
Aprender es aplicar una pequeña (o gran) transformación en ti mismo que te ayuda a ser mejor que la única persona con la que te puedes comparar, tú mismo.
0 comentarios