Qué rápidos pasan los días. Y qué rápido pasa un año. Entro en el Facebook, veo mi muro, y encuentro algunas fotos de Daniel Gorman, Geoff Harris, Matt Huges y el resto del Middle Distance Canadian Team entrenando en Flagstaff (Arizona, USA). Allí estábamos Cris, Mary y yo hace un año. El Old Walnut Canyon Road, la NAU Track, el Natural Grocers, el café Macys… a pesar de mi mala memoria para otras cosas, recuerdo cada detalle de la ciudad, cada rincón de nuestro apartamento, cada olor al salir a la terraza y cada sensación que tuve en aquellas 7 semanas como si fuera ayer. Y siento mucha nostalgia.
La decisión de irnos fue algo poco meditado, instintivo, irracional. Una conferencia que vi de Wynn Gmitrosky encendió algo dentro de mí. Sentí que debía conocerlo, que necesitaba aprender de él. Después de algunas vueltas conseguí su contacto por email y tras cruzarnos algunos correos la decisión estaba tomada. Nos íbamos a Flagstaff. No me costó demasiado convencer a Cristina. Sólo pasaron dos semanas desde que escuché a Wynn por primera vez hasta que tuvimos los billetes comprados. Fue la decisión más inconsciente pero a la vez más trascendental en mi vida.
Para poder irme tuve que dejar un par de trabajos que tenía, tuve que vender mi moto (que tantos meses de lucha y ahorro me costó), tuve que dejar un piso que amueblamos 8 meses antes y tuve que pedir algo de dinero prestado para cubrir todos los gastos. ¿Mereció la pena? Ya lo creo que sí. Gastar el último de mis céntimos hasta endeudarme y renunciar a proyectos que empezaban a tomar forma y de los que se auguraba un buen futuro, valió la pena a tenor de lo que pude obtener allí. No conseguimos nuestro objetivo más alto, que era quedarnos en USA o Canadá de forma definitiva, pero volvimos con mucho más de lo que nos llevamos.
Lo que quiero decir con todo esto es que muchas veces no podemos buscar argumentos o razones para hacer o dejar de hacer algo. No podemos predecir el futuro, por lo que pretender objetivar y cuantificar los costes/beneficios de algo tan abstracto te condena a seguir siendo el mismo. Probablemente el mismo que tú sabes que no es lo mejor que puedes ser. La razón siempre te dirá que sigas haciendo lo que estás haciendo porque «sabes» lo que obtienes. ¿Quieres hacer algo grande? Define tus metas, encuentra tu pasión, escucha a tu instinto, arriesga en tus decisiones, cágala tantas veces como haga falta y quédate sin un duro en los bolsillos sin saber qué va a ser de ti mañana. Sólo así podrás obtener algo tan valioso que ni el dinero puede comprar: experimentar la vida.
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