Desde que me intervinieron quirúrgicamente hace tres meses he podido entrenar más bien poco, pero ese tiempo lo he ido llenando de reflexiones, algunas más absurdas que otras y que, de vez en cuando, se abren paso y trascienden.
El hecho es que estaba intentando analizar cuáles son las cualidades principales de un atleta, cuáles son más determinantes en situaciones de entrenamiento y competición y qué diferencias podríamos encontrar entre ambas. Se me han ido ocurriendo palabras, conceptos, ideas que he ido asociando a una y a otra y, en lugar de redactar un post, me he limitado a hacer una lista:
Entrenamiento
El entrenamiento es un proceso continuo, duradero, progresivo y cíclico. Por ello, para mí entrenar tiene que ver con:
- Inteligencia
- Paciencia
- Disciplina
- Humildad
- Empeño
- Constancia
- Sensatez
- Trabajo
- Compromiso
- Perseverancia
- Motivación
- Pasión
- Resistencia
- Sacrificio
- Fatiga
- Entusiasmo
- Compañerismo
- Tenacidad
- Ilusión
Competición
En cambio, la competición es una expresión máxima, fugaz, etérea, gloriosa o catastrófica. Esto es lo que me evoca la competición:
- Fe
- Carácter
- Confianza
- Valentía
- Ambición
- Talento
- Genialidad
- Picardía
- Coraje
- Seguridad
- Orgullo
- Éxtasis
- Aplomo
- Temperamento
- Convicción
- Bravura
- Audacia
- Agallas
- Entereza
- Astucia
Seguro que vosotros tenéis más palabras con las que identificar el entrenamiento y la competición, ¿os animáis a completar la lista? Los comentarios son libres y están abiertos para todos.
Lo as clavao en los dos casos ..ni un pero que valga
Anteponiendo el hecho de que has esquilmado los adjetivos del castellano, me atrevería a añadir algo.
Para el entrenamiento, «cotidianidad». A todos los que practicamos deporte con asiduidad, ya sea desde un trote de 30 minutos para mantenerse, hasta preparar competiciones en la élite, nos envuelve esa extraña sensación de vacío el día de descanso. Eso es porque el entrenamiento se convierte en algo cotidiano, algo tan necesario cada día como desayunar al levantarnos o lavarnos los dientes antes de dormir.
En la competición, añadiría «nerviosismo». Para un atleta de élite que se encuentra en un estado olímpico abarrotado, viendo en todo lo alto el pebetero ardiendo, creo que sobran las explicaciones de porqué siente nerviosismo. Pero para un popular cuyo único objetivo es terminar su primer diez mil, esos instantes previos al pistoletazo rodeado de tantos atletas, tanta gente corriendo de un lado a otro, gente que les hacen fotos, esos aplausos desde las aceras, pensar en cuántos meses lleva preparando ese momento..suponen un cúmulo de factores que provocan ese nerviosismo, ese cosquilleo en la barriga que inquieta pero que a la vez te recuerda que te gusta hacer esto. Este nerviosismo puede no parecer una cualidad, pero para romperlo es necesario comenzar a competir, por lo que no hace más que inflar las ganas de empezar a darlo todo.
También podría añadir «incertidumbre». Al igual que el nerviosismo, no es una cualidad explícita. Pero tener tras cada entrenamiento un cierto nivel de incertidumbre sobre cómo de cerca o de lejos quedaremos de nuestros objetivos, nos debería impulsar a seguir probándonos cada día, para conocer el resultado final y disipar las dudas.
Un saludo
Muchas gracias Pablo por tu aportación. Me gustaría animar a todo el mundo a que, como tú, dejasen las palabras que se les vienen a la mente al pensar en entrenamiento y competición.
Palabras aparte, la una sin la otra no tiene sentido, más que antagónicas, son complementarias.