El atletismo de élite en España está desarrollando un relevo generacional que pudimos comprobar en el Campeonato de España. Muchos atletas jóvenes copando medalleros de todo tipo de pruebas: velocidad, fondo, saltos, lanzamientos y marcha. Esto es una buena noticia, unido a que algunos de estos están batiendo récords de España, sobre todo en velocidad y marcha. Sin embargo, permitidme hoy ser un poco agorero, ya que el atletismo tiene un (gran) problema de base, el cual en el mejor de los casos lo va a condenar a vivir siempre de generaciones espontáneas o de algún asombroso talento esporádico. O, en el peor de los casos, a ir muriendo poco a poco.
En el atletismo no tenemos «fábricas» de deportistas al estilo Masía del Barça, o High School americanas. La base de nuestro atletismo está en los pequeños clubes, repartidos por toda la geografía española, tanto en capitales como en pequeños pueblos de provincias. Esas nos nuestras forjas (artesanas) de atletas y esto es lo que verdaderamente deberíamos potenciar si pretendiéramos un buen futuro para nuestro atletismo. No tengo nada en contra de los Centros de Alto Rendimiento ni de cuantos atletas y entrenadores quieran hacer allí. No obstante, sí que estoy totalmente en contra de la destrucción de esos pequeños clubes, a base de ser completamente ignorados, de ser explotados gratuitamente o de ponerles tantas trabas como sea posible para su óptimo desarrollo.
El punto de esta historia, está en que muchos de estos pequeños clubes que han aportado multitud de atletas internacionales al atletismo patrio, o quizá no tantos internacionales pero sí de nivel nacional que han dotado de un muy buen nivel medio muchas pruebas, están sostenidos por una sola cosa: el amor al arte. El amor al arte de un loco que algún día soñó que allí, en aquel pueblo de unas docenas de cientos de habitantes podía existir Atletismo. Y ese loco, quizá inconsciente, quizá ignorante de que había cosas que eran imposibles, empezó a sembrar la semilla del amor por nuestro deporte, con algún chaval al que quizá vio algo, y alrededor de él logró formar un buen grupo de jóvenes apasionados, que se divertían, aprendían y mejoraban poco a poco.
De la nada nació un club, liderado por ese loco que perdía horas en la pista, leyendo, navegando horas en internet para encontrar la imagen de la que sacar un modelo, invirtiendo dinero en su formación, en cursos, en desplazamientos, en conocimientos para regalar a sus atletas. Implicándose de manera personal, íntima, en los problemas y en la vida de sus discípulos y ayudándolos a salir adelante también es este aspecto. Llegaron los fines de semana de competiciones, de viajes, de renunciar a disfrutar con su pareja, sus hijos, su familia o amigos. Empezaron a surgir resultados, mínimas para campeonatos de España, concentraciones quizá alguna internacionalidad.
A base de sacrificio, de esfuerzo, de mucha humildad e ingenio las cosas van bien, todo el mundo es feliz y los resultados acompañan. Pero empiezan a llegar los problemas, esa joya que surgió en el club empieza a escuchar los cantos de sirena que provienen de alguna institución superior. Algunos miembros del club, quizá recién llegados o que quizá hayan olvidado los orígenes, empiezan con incomprensibles exigencias. La familia del entrenador empieza a reclamar ese tiempo arrebatado durante tantos años. También detecta ciertos recelos y envidias de compañeros de profesión y trabas por parte de su federación.
Ese entrenador, el líder, el alma mater, el motor de ese proyecto hace años inimaginable empieza a sentir la carga de la responsabilidad. Por un lado jóvenes atletas que han depositado en él sus ilusiones, en algunos casos su futuro. Por otra parte, las dificultades personales y profesiones y las cada vez más frecuentes decepciones hacen plantarse si todo merece la pena. Por las irrisorias cantidades económicas que recibe(cuando las hay), ni de lejos compensan el tiempo, ni el dinero invertido ni la responsabilidad asumida. Y así, se va consumiendo una ilusión, un sueño que se hizo realidad.
El problema es que no existe un relevo para ese héroe, nadie capaz de asumir esa responsabilidad, lo suficientemente loco para continuar con una misión imposible, quizá porque ya son conscientes de que es imposible.
Y esta es una historia real, en mi corta experiencia he conocido a varios de esos héroes anónimos, y también he visto desaparecer clubes que un día reunieron a docenas de atletas en campeonatos de España. Y, a veces, ese entrenador no necesitaba más que alguna palmadita en la espalda, un pequeño reconocimiento a su trabajo, sentirse implicado como parte de un proyecto mayor, tener facilidades para seguir formándose o simplemente que sus atletas tuvieran el mismo trato, consideración y posibilidades que los que se entrenan en los centros de alto rendimiento.
Hola Vicente
Estoy totalmente de acuerdo contigo, el atletismo y el deporte en general necesita de un trabajo desde la base. Del esfuerzo de todos esos profesionales que trabajan en las escuelas en la base. Gracias a este esfuerzo y educación es posible tener figuras en el futuro.
Por desgracia en España el deporte de base esta muy poco apoyado, hay que conseguir educar y mentalizarnos que si queremos tener deportistas importantes hay que empezar por apoyar y promocionar el deporte de base mas allá de ir ha hacerse la foto de vez en cuando.
Un saludo Vicente
Hola Rubén, coincidimos, aunque el cortoplacismo, la ineficiencia y falta de voluntad institucional no va a permitir jamás que esto cambie.
Un saludo!
Amén.
Casi todo atleta y entrenador que se haya tomado la molestia de saber cómo funcionan las cosas en el atletismo sabe que España sería una potencia en este deporte a poco que sustituyera la RFEA por un sistema de gestión del deporte más eficiente. La RFEA es una verdadera mafia de la peor especie. Digo la peor porque es una mafia consagrada por la Corona que otorga títulos oficiales.
En atletismo el valor añadido debe estar en la cercanía con el atleta. iI el CAR cuesta en la sección de atletismo 3 millones de euros (por decir una cantidad) para mimar a 50 atletas consagrados y seguir alimentando a los hombres enchufados por la federación (pobres de los entrenadores que no cuenten con el beneplácito de la RFEA), se debe tener en cuenta que con 3.000.000 euros se puede nutrir por lo menos 100 clubes a 30.000 euros por club, con lo que se podría lograr una base muy sólida de atletismo, máxime considerando que de cada club pueden colgar 50 atletas de base. En lugar de destinar 3 millones de euros para 50 atletas consagrados, se pueden destinar 3 millones para 5.000-10.000 atletas de base, con lo que se abarca mucho más.
Para ser un atleta de élite si se tienen condiciones no se necesita ser millonario. Con el concurso de un buen entrenador – la mayoría de los cuales en España cobran poco o nada- y eventualmente un fisioterapeuta, se puede estar en la élite. Se trata de gestionar el dinero bien. Dinero hay de sobra. Lo que pasa es que los que mandan en la RFEA prefieren repartirlo entre sus amigos. Eso es lo que conviene denunciar.
Hace nada tenía una conversación con a uno de estos entrenadores que me han inspirado para el post, el cual entrena a un atleta internacional junior y sub23 en una población de 6000 habitantes. Le pregunté cuántos chavales como este podría sacar solamente si le compensara mínimamente a nivel económico seguir con ello. Su respuesta fue: uno todos los años. Que talento había de sobra en esos pueblos, pero se necesita un gran esfuerzo para captar, formar y mantener a estos chicos. Pero que con una mínimas cantidades que compensaran el tiempo invertido cualquiera seguiría motivado para tal empresa.
En fin, como tú dices, podríamos ser una potencia…