Bueno o malo. Mucho o poco. Pronto o tarde. Blanco o negro. Hoy he tenido una conversación donde un atleta me preguntaba sobre la conveniencia o no de ciertos aspectos del entrenamiento. ¿Es bueno o es malo trabajar la fuerza en este periodo? ¿Es bueno o malo preparar un maratón a esta edad? ¿Es bueno o malo estirar? La dicotomía es una manera de simplificar y clasificar ideas o conceptos. Y nos facilita mucho la toma de decisiones.
Sin embargo, dos opciones contrapuestas son demasiado pocas para una realidad tan compleja. El pensamiento dicotómico es excluyente, es limitante, es cerrado. Para comprender y aplicar el entrenamiento necesitamos una perspectiva integradora, dinámica y abierta. Lo que para uno funciona aquí y ahora, para otro puede que no funcione tanto en otro momento y lugar. Depende es casi siempre la respuesta.
Si quieres tomar buenas decisiones, huye del pensamiento dicotómico. Analiza las razones y la lógica para cada uno de tus objetivos y acciones. No prestes atención a las ideas preconcebidas sobre si algo es bueno o malo. Céntrate en que el proceso sea el adecuado y que tenga el efecto que buscabas. Nadie podrá decirte jamás si lo que haces está bien o mal, si lo que haces tiene lógica y, sobre todo, si lo que haces te da resultados.
No existe un sistema de entrenamiento. Se crea un sistema de entrenamiento en función del contexto.
Hay dos cosas que como entrenador no soy capaz de soportar. Las quejas y las excusas. Pero no hay nada tal limitante para un atleta como las quejas sobre las tareas de entrenamiento. Curiosamente, a toda queja le acompaña su excusa:
… es que estoy cansado
… es que soy lento
… es que no me sale
… es que no tengo tiempo
… es que eso es mucho
… es que soy muy malo
… es que son muy buenos
… etc hasta el infinto.
Desde hace mucho tiempo, cuando alguien pronuncia un «es que» jamás escucho lo que va después. No me importa lo más mínimo, porque todos los «esques» siginifican lo mismo: no he hecho todo lo que debía/podía para mejorar porque no he puesto suficiente empeño/voluntad.
Destruye la queja
Ninguna queja ha solucionado jamás ningún problema. ¿Tienes algún problema? Céntrate en la solución y no en el problema. Piensa, reflexiona, pregunta, déjate aconsejar, pide ayuda… pero no te quejes, actúa hacia la solución.
Además la queja es peligrosa, porque se contagia. Una actitud quejica aislada puede convertirse en una actitud generalizada del grupo, así como una actitud positiva también puede hacerlo. No aceptes quejas, córtalas de raíz y fomenta el enfrentamiento del problema, la búsqueda de soluciones, la acción frente a la espera de soluciones mágicas.
No más excusas
Si has fallado, si no has hecho todo lo que se esperaba de ti, si no has cumplido tu compromiso, no pasa nada, nada ni nadie va a cambiar eso, ya está hecho. No culpes a nadie, no busques razones, a nadie le importan, hazte dueño de tus errores, toma la responsabilidad y excúsate esforzándote para que no se repita, en silencio. No hay mejor justificación para un fallo que haber aprendido de él.
En un mundo donde hay cientos, no, miles de personas haciendo lo mismo que tú, lo único que puede llevarte al éxito es sobresalir. Diferenciarte, ir un paso más allá, crear. Si crees que es otro manido mensaje motivacional, no hace falta ni que sigas leyendo, porque lo que viene a continuación no es para ti. Yo tengo la costumbre de hablar de lo que hago, de lo que pienso verdaderamente y de las cosas que a mí me han funcionado. En mi profesión como entrenador no hay cientos de entrenadores mejores que yo, hay miles. Sólo en España. Sin embargo, es algo que actualmente no me preocupa los más mínimo. Antes sí.
Todos tenemos un talento
Existen muchos entrenadores con más de 20 años de profesión en la élite, otros que llevan años entrenado a cientos de corredores, otros tienen vastos conocimientos en fisiología, otros de biomecánica, otros son grandes motivadores, otros son maestros de la técnica… Es muy difícil que seas el mejor en algo, e imposible que seas el mejor en todo. Eh, tranquilo, tampoco hace falta. Todos tenemos algún talento, reconocido o por descubrir. Puede ser alguna habilidad que se le escapa la mayoría, o una visión distinta, o la manera de integrar distintas disciplinas en tu trabajo, o de dirigir un equipo. A la fuerza algo se te tiene que dar mejor que la media, si no, probablemente no harías lo que haces.
No es el talento
Pero, ¿no acabas de decir que todos tenemos un talento? Sí, pero eso no es determinante. Lo que te va a empujar verdaderamente es la actitud y los hábitos. Y lo digo por experiencia. No me considero (y si me conocéis, lo veréis enseguida) especialmente dotado para nada, ni con unos conocimientos superiores a cualquier otro entrenador cualificado. Lo que me ha acompañado siempre desde bien pequeño es una actitud frente al trabajo brutal. Jamás nadie ha podido, puede ni podrá echarme en cara una mala actitud. Tendré mis limitaciones, mis fallos, mis errores. Pero mi actitud, las ganas de trabajar, la obsesión por ayudar, de ir un paso más allá de lo que se espera de mí, nunca me ha faltado.
Esto me ha ido abriendo camino poco a poco pero, ¿sabes cuando he empezado a ver buenos resultados? Cuando he empezado a adquirir ciertos hábitos. Siempre he sido un tipo desordenado, anárquico, caótico, disperso, olvidadizo, sin ningún tipo de autodisciplina. A medido que he ido incorporando el orden, un sistema de trabajo, unos horarios, un poco de disciplina y foco sobre mi trabajo… ¡Voilà! Todo ha despegado. Y todavía estoy al 10% de mis posibilidades en cuanto a hábitos.
El miedo
¿Quién no se estremece al pensar que puede llegar a lo más alto? Quizá tengas un sueño, pero hay 3 miedos que te impiden ponerte a hacerlo realidad:
Miedo a perder lo que tienes si te pones a hacer otras cosas
Miedo al esfuerzo, trabajo y sacrificio que requiere conseguirlo
Miedo al fracaso, a qué pensarán los demás si no lo consigues y, fundamentalmente, a cómo te sentirás tú si eso sucede
Si esto te paraliza, tu deseo no es tan fuerte como tus miedos, así que deberías reflexionar sobre ello.
Entornos de excelencia
Sabes que no eres los suficientemente bueno. ¿Y qué? Yo tampoco. Siempre hay alguien que podrá hacer ciertas cosas que necesites de una manera brillante, así que no ser demasiado bueno no es excusa para no tener éxito. Entornos mediocres crean resultados mediocres, así que rodéate constantemente de gente excelente, mejor que tú, asiste a sus cursos, mejor, contrátales para que trabajen para ti o intégrate en sus equipos de trabajo. Gratis, si hace falta. Es mucho mejor que un Máster. Yo lo he hecho.
Permanece humano
Cualquier proyecto o sueño no trata ni de trabajo ni de negocios. Trata de personas. Personas a las que tienes que ayudar, formar, inspirar, motivar o viceversa. ¿Cómo vas a conectar con ellos? ¿Cómo vas a hacer que alguien pague por tu ayuda si no te ganas su confianza? Las redes sociales son una trampa, no funcionan, funciona mostrarte auténtico, vulnerable, imperfecto y abrir la boca siempre para aportar algo valioso a los demás. El resto, es vender humo.
Disrupción
Tus sueños no se van a cumplir dentro del sistema, desgraciadamente. Los grandes sistemas (administración, universidades, federaciones, empresas grandes) no están hecho para que el talento de abajo suba hacia arriba. Están hechas para mantenerse. Crea tu sistema, de trabajo, de vida, de negocio, de entrenamiento o de lo que sea. A tu manera. Olvídate de las normas y protocolos, haz aquello de la forma que creas que aporte más valor, que llegue a más gente, que sea más útil y brillante. No pidas permiso para hacer lo que crees que es correcto, ni lo que crees que debería ser hecho.
Mi aportación
Da igual si eres entrenador, piloto, fontanero, directivo, ama de casa, communtiy mánager o bedel. Si eres una persona con sueños, proyectos, con ganas de crecer y hacer algo relevante en tu ámbito, habrá una nueva edición en Barcelona del 22 al 25 de septiembre. Sin duda, esta es la formación que más me ha empujado, motivado y ayudado a construir aquello que he soñado. No te quepa duda que Stand Out Program te hará subir al siguiente nivel personal y profesional.
Hace casi 11 años de mi primer empleo. Terminé el primer curso en Ingeniería Industrial con unos nefastos resultados y, en contra de la voluntad de mis padres que pretendían que estudiara en verano para las recuperaciones de septiembre, firmé a sus espaldas un contrato de 3 meses para ejercer de operario en una fábrica de cerámica.
No recuerdo bien si fue por autoinflingirme un castigo por los resultados académicos, por evitar el estudio veraniego o por un simple impulso interior que me decía «esto te va a servir para algo». Quizá una mezcla de las tres.
En aquel entonces ganar 1200€/mes viviendo en casa de mis padres era la repera, aunque lo cierto es que trabajando 10-12h/día 6 días/semana de pie a 40º tampoco dejaba mucho margen luego para el disfrute veraniego (aunque con 18 años se aguanta todo).
No te voy a contar toda mi historia, pero me viene muy bien recordar esto para explicar mi reflexión de hoy. A lo largo de los años mi trabajo ha cambiado mucho, y tengo la esperanza de que todavía pueda cambiar mucho más.
He podido experimentar cuáles son las distintas motivaciones hacia el trabajo y las recompensas a mi esfuerzo. Considero que el objetivo de cualquier persona es la autorrealización y, tras la salud y las relaciones interpersonales, el trabajo es lo que completa dicha autorrealización.
Para que una persona realice un trabajo que pueda acercarle a su autorrealización, debe existir una motivación para hacerlo. Bajo mi experiencia, las motivaciones se mueven en tres ejes: Satisfacción/Crecimiento, Dinero y Tiempo.
Satisfacción/Crecimiento
Cuando realizas un trabajo que:
te gusta
te permite disfrutar durante las horas que lo ejerces
percibes que es un trabajo útil y que ayuda a los demás
te hace sentir importante
te ayuda a adquirir grandes aprendizajes
te permite vivir grandes experiencias
La motivación hacia este no está tanto en la recompensa extrínseca y posterior, sino en el propio trabajo. En ciertos momentos de tu vida es posible que esto es lo que busques, que sea suficiente para seguir con ello porque es una buena recompensa.
Dinero
El dinero (que en ocasiones está tan mal visto) es una maravillosa recompensa al trabajo porque, aunque no te permita comprarlo todo, lo puedes intercambiar por infinitud cosas.
Quien realiza un trabajo (que le guste o que no) y sabe que está generosamente remunerado, tiene una fuerte motivación porque sabe que disponer de dinero le otorga la libertad de realizar múltiples cosas: adquirir más bienes, invertir en su propio negocio o en su desarrollo personal, viajar, hacer regalos a sus hijos, colaborar en proyectos solidarios, etc…
Para mí es una gran recompensa y algo por lo que estar motivado.
Tiempo
En ocasiones el crecimiento profesional y el dinero no lo son todo, ya que es frecuente que obtener alguna o ambas nos deje sin tiempo para otras cosas igual (o más importantes).
La familia, los amigos, los hobbies, el descanso… Son cosas de enorme valor y en ciertos momentos de la vida uno puede llegar a valorar mucho más este aspecto que los dos anteriores.
En ocasiones alguien puede preferir renunciar a ganar mucho dinero para poder dedicarse a sí mismo y a las personas que le rodean. Así pues, un trabajo con unos límites temporales quizá también nos motive a hacerlo bien.
Equilibrio
A lo largo de estos 11 años mis motivaciones han sido bastante claras y han ido evolucionando sin muchos cambios, aunque estoy seguro que cambiarán con los años a medida que vaya cumpliendo con mis objetivos parciales.
Mi reflexión de hoy viene por el hecho de querer encontrar el equilibrio entre estos tres factores. Algunas cosas importantes que pienso son:
El paradigma de la autorrealización profesional sería un trabajo que te apasione día a día, por el que te paguen bien y con el que tengas suficiente libertad o tiempo libre para poder dedicarlo a tus cosas.
Realmente este paradigma es difícil de cumplir, porque cada persona se mueve por distintos impulsos y quizá para alguien tenga más valor el crecimiento profesional que el dinero, y para otros puede que tenga más valor el dinero que el tiempo.
Las motivaciones son dinámicas y dependen de las experiencias, de la madurez y del momento de la vida. Es bueno parar a pensar cada cierto tiempo qué es lo que uno quiere y cambiar las cosas para que el rumbo de tu vida apunte en esa dirección.
Personalmente, creo que un proceso lógico dentro de la carrera profesional es:
Trabajar como un animal por adquirir conocimientos y experiencias sin importar el dinero ni el tiempo que te va a llevar.
Con el background adquirido buscar una recompensa justa a tu trabajo y rentabilizar tu esfuerzo, tu experiencia y tu tiempo
Encontrar el perfecto equilibrio dándole el valor suficiente al tiempo, sin dejar de crecer profesionalmente y sin echar por tierra tus ingresos.
Yo todavía me identifico con la primera fase porque aún me veo muy pequeño en el campo en el que desempeño mi trabajo, aunque ahora me importa un poco más el dinero que hace 5 años, por ejemplo.
Y por supuesto, gracias a mi trabajo autónomo, también estoy tratando de encontrar ese pequeño hueco de tiempo que muchas veces se me queda olvidado.
Hay cosas, pequeñas o grandes, que si bien quizá no lleguen a cambiarte la vida sí es cierto que pueden llegar a cambiar tu manera de verla. Un libro, una conversación con un amigo, una experiencia propia, una canción… Hace unas semanas llegó a mis ojos un vídeo que me tocó la patata, un detonante para ver la vida de otra manera, o más bien para reforzar la forma en la que a mí me gusta verla.
Quizá lo hayáis visto ya porque lleva más de un año publicado, pero si no es así, os invito a que busquéis un lugar tranquilo, reservéis media hora de vuestra vida, apaguéis vuestro móvil y abráis los ojos, oídos y el alma para que la intensidad de las palabras de Pau Escalé penetren hasta lo más profundo de vosotros.
Os recomiendo que antes de seguir leyendo veáis íntegramente el documental. Aquí voy a extraer algunas frases que para mí reflejan la personalidad, la filosofía y los valores de Pau Escalé :
No, es que no existe esa posibilidad. No es un desastre, es que eso no existe. Si estoy bien, si no me he muerto, no existe otra posibilidad. Es imposible no escalar. […] Todo lo que he hecho en la vida es sólo para escalar.
El miedo es muy subjetivo. Dependerá de la información que tengas o de las respuestas que tú tengas para las preguntas que te estás haciendo. El miedo que puedas tener es solamente una carencia de información, muchas veces.
Te lo ha dicho este tío. Este tío opera. Es el médico. Los tres primeros minutos te lo tienes que creer, pero cuando empieces a doblar la rodilla, si puedes andar, ¿por qué no vas a poder escalar?
Puedes abusar psicológicamente de cosas que te afectan como persona para poder obtener un rendimiento, a veces. […] Unos creerán Dios, otros creerán en la Virgen, ¿sabes lo que quiero decir? Yo creo en cosas que he vivido y en cosas que me han impactado. Hay cosas que me harán luchar.
La muerte de mi madre es algo que me ha hecho luchar mucho en mi vida. Quiero decir, no lo hago para escalar a muerte. Lo hago porque es algo que me ha hecho darme cuenta de lo importante que es la vida, no de lo importante que es la muerte. Es algo que me ha hecho cambiar el chip.
Tú, se muere todo el mundo, todos los días… no hay ningún problema por eso. […] Lo que me parece extremista total es que, sabiéndolo, ¿cómo es que la gente no aprovecha la vida? ¿Cómo es que si te gusta algo no lo haces al máximo, al extremo? ¿Cómo es que eres tan gandul y te quieres tan poco a ti mismo que no luchas?
[…] la gente que se preocupe por saber si les importa su vida y si cuando llegan a viejos, si quieren llegar y, si llegan, que piensen y miren atrás y estén contentos. Y miren atrás y el corazón les hierva dentro del pecho y les golpee con tanta fuerza que les doble las costillas… pero de alegría.
Quiero morirme de contento, no de viejo, de contento quiero morirme.
Un músico, cuando está improvisando, simplemente está cogiendo la música y tal como le entra la vuelve a sacar, directamente, es tal y como le entra, es instantáneo. No siente la música, la piensa y toca… nunca iríamos a tiempo. Cuando se está improvisando es instantáneo. Pues cuando se está escalando es como un músico cuando improvisa, es instantáneo. Estás cogiendo y las mismas sensaciones las estás traduciendo en movimientos.
A mí me duele cuando dicen que somos unos suicidas. […] no sabes lo que puedo llegar reír de contento, la llamarada de fuego vivo de felicidad que notas dentro cuando miras a un compañero y los dos estáis vivos después de hacer una vía inhumana. Eso, nadie más tiene los huevos de luchar para hacerlo.
No existe nada más en el planeta Tierra que no sea hielo. La piedra sirve para sujetar el hielo, el agua sirve para formar hielo y el aire sirve para respirar y poder llegar y escalar en hielo. Todo. Solamente es para escalar en hielo.
1 respuesta a ««Quiero morirme de contento, no de viejo.»»
Anónimo
»
Tú, se muere todo el mundo, todos los días… no hay ningún problema por eso. […] Lo que me parece extremista total es que, sabiéndolo, ¿cómo es que la gente no aprovecha la vida? ¿Cómo es que si te gusta algo no lo haces al máximo, al extremo? ¿Cómo es que eres tan gandul y te quieres tan poco a ti mismo que no luchas?»
1 respuesta a ««Quiero morirme de contento, no de viejo.»»
»
Tú, se muere todo el mundo, todos los días… no hay ningún problema por eso. […] Lo que me parece extremista total es que, sabiéndolo, ¿cómo es que la gente no aprovecha la vida? ¿Cómo es que si te gusta algo no lo haces al máximo, al extremo? ¿Cómo es que eres tan gandul y te quieres tan poco a ti mismo que no luchas?»