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El Umbral Láctico: definición, nomenclatura y utilidad

El Umbral Láctico: definición, nomenclatura y utilidad

Hoy en día está plenamente demostrado que la intensidad de ejercicio a la cual empieza a aumentar significativamente la concentración de lactato sanguíneo respecto a los valores de reposo es más determinante que el VO2max o la economía de carrera para el rendimiento (Tanaka et al, 1984; Heck et al, 1985; Fay et al, 1989; Grant et al, 1997); por lo que se ha usado tradicionalmente como un importante factor para la estimación de la carga de trabajo durante los entrenamientos (Billat, 2003).

Esta intensidad de ejercicio fue inicialmente definida como umbral anaeróbico, en un intento de explicar la pérdida de linealidad entre la ventilación y el VO2, la cual coincide con la acumulación de lactato en sangre (Wasserman & McIlroy, 1964). Posteriormente, ese concepto fue redefinido como la carga de trabajo o VO2 justo cuando el lactato empieza a incrementarse de manera sistemática desde los valores de reposo durante un ejercicio incremental (Waserman et al, 1981). Desde entonces, el realizar una comparación directa de los resultados de diferentes estudios que investigan la respuesta del lactato sanguíneo al ejercicio se ha convertido en algo difícil debido a la variabilidad de la terminología y metodología utilizada para definir el umbral de lactato.

Por ejemplo, cuando se hacen test de lactatos, el objetivo principal es el determinar el llamado «umbral láctico», que es también conocido tradicionalmente como el segundo umbral (del primero habrá que hablar otro día, que también tiene tela). Bueno, eso de «llamado» habrá que ponerlo entre comillas ya que la nomenclatura existente es bastante extensa y no hacen más que hacer que no nos entendamos. Como ejemplo, aquí os señalo algunos de los múltiples nombres y criterios que se usan para referirse a esa intensidad de ejercicio umbral a la que aludo al principio del párrafo.

1. Máximo estado estable de lactato (MLSS, del inglés Maximal Lactate Steady State)

Se define como la máxima intensidad a la cual la concentración de lactato se mantiene estable a lo largo de un ejercicio (Beneke, 2003). El MLSS representa la máxima carga de trabajo que puede llevarse a cabo por medio del metabolismo oxidativo (Mader & Heck, 1986; Chicharro et al, 1999), además de corresponder al máximo equilibrio sostenible entre la producción de lactato y su aclaración durante un ejercicio constante (Chicharro et al, 1999; Figueira et al, 2008).

El MLSS se ha propuesto como una herramienta útil para la evaluación de la capacidad aeróbica de un deportista, así como para la prescripción de entrenamiento o la predicción de marcas (Billat, 2003). Este sería el método perfecto, el más preciso, riguroso y eficaz… pero tiene una limitación importante: La técnica requerida para una correcta determinación del MLSS es compleja y requiere de un mínimo de 3-5 pruebas, por lo que algunos autores recomiendan el uso de test de un solo día para la determinación indirecta del MLSS (Chicharro et al, 1999; Figueira et al, 2008). A ver qué entrenador quiere perder casi una semana de trabajo para calcular un índice que puede ser estimado de manera indirecta con alguno de los índices propuestos más abajo…

2. Umbral Anaeróbico

Máxima carga de trabajo a la cual se da un aumento brusco en la concentración de lactato sanguíneo (es decir, el límite entre la producción y su aclaramiento). Digamos que es una definición ambigua, que no especifica mucho… por lo que tiene bastante éxito. Hay autores que la critican por decir que realmente nunca hay anaerobiosis… pero es una cuestión semántica únicamente. Kinderman (1979), decía que en torno a 4 mmol·L-1 (no necesariamente, ojo).

3. Umbral anaeróbico individual

Poco cambia el nombre aquí… Propuesto por Stegmmann et al (1981). Poco específico, y básicamente el punto en el cual existe un equilibrio estable entre la difusión y eliminación del lactato sanguíneo. Te lo defino, pero te quedas igual.

4. 4 mmol·L-1

El valor tradicional, el de toda la vida, umbral fijo. ¿Variabilidad inter-individual? ¿Qué es eso? Este valor ha recibido también varios nombres según qué autores se referían a él, ejemplos:

  • Inicio de la acumulación de lactato en sangre (OBLA, del inglés Onset of Blood Lactate Accumulation) (Sjödin & Jacobs, 1981)
  • Umbral aeróbico-anaeróbico (Mader, 1976).
  • Umbral de 4 mmol·L-1 (Vaya currada el nombre ¿eh?) (Heck & Mader 1985)

Este índice se ha usado muchísimo en investigación y es muy útil para muchas cosas, lo reconozco (Sobre todo para predecir rendimiento en pruebas de fondo)… pero no significa lo mismo en atletas de diferente nivel (Santos-Concejero et al, 2013… el tío de esta referencia me suena…), por lo que usarlo es cuanto menos «atrevido».

Partes buenas:

  • Se sabe que la intensidad de ejercicio que induce un estímulo óptimo de cara al entrenamiento se encuentra en torno a una concentración de lactato de unos 4 mmol·L-1, por lo que este punto se ha adoptado por entrenadores de todo el mundo como una herramienta útil para los entrenamientos (Chicharro et al, 1999), un indicador de las adaptaciones producidas por los mismos, así como un buen discriminante entre atletas entrenados y atletas de élite (Tanaka, 1990).
  •  La velocidad OBLA ha sido propuesta durante los últimos años como un parámetro efectivo para determinar el rendimiento en diferentes deportes, como pueden ser el atletismo (Sjödin & Jacobs, 1981), la natación (Anderson et al, 2008), el fútbol (Denadai et al, 2005), el hockey (Gilenstand et al, 2011), el esquí de fondo (Larsson et al, 2002) o el ciclismo (Padilla et al, 1999).

Partes malas:

  • Muchos de los estudios realizados con el punto OBLA han sido llevados a cabo con un escaso número de sujetos (Sjödin et al, 1982, Abe et al, 1999), en atletas no entrenados (Tanaka et al, 1983; Duggan & Tebbutt, 1990) o en atletas que no eran de élite (Sjödin & Jacobs, 1981; Grant et al, 1997). Fíese usted de los resultados de estudios así…
  • Algunos investigadores están en contra de la utilización de la velocidad OBLA como marcador indirecto del MLSS (Beneke, 2003; Billat, 2003), ya que la concentración de lactato correspondiente al MLSS puede reducirse como consecuencia del entrenamiento aeróbico (Keul et al, 1979). Además, se sabe que el valor de 4 mmol·L-1 no tiene en cuenta la variabilidad inter-individual del MLSS (Stegmann & Kindermann, 1982), por lo que es posible que la velocidad OBLA tenga importantes limitaciones a la hora de estimar la capacidad aeróbica, prescribir entrenamiento o predecir marcas. En castellano: OBLA = caca.

 5. Máximo estado estable de trabajo

Fijado a 3 mmol·L-1 (Borch et al, 1993). ¿Os parecía mucho los 4 mmol·L-1?… Pues ala, 3 mmol·L-1… la inter-individualidad al carajo una vez más.

Los umbrales fijos hacen aguas por todos lados, ya que factores como el lugar de toma de la muestra (siempre oreja antes que en el pulpejo del dedo por favor), la dieta, la temperatura del día, estrés, horas de sueño, duración de las cargas, tipo de protocolo, cargas continuas o discontinuas, tapiz rodante o pista… van a hacer variar los valores. Sólo recomendables si testeamos a un gran número de atletas y hay que hacer una evaluación «rápida» y sencilla de todos ellos. No los usaría como método para programar entrenamientos en ningún caso.

6. Umbral Dmax.

Es matemáticamente el mejor, ya que es el único que permite calcular el umbral en el 100% de los casos. Propuesto por Cheng et al (1992). Para calcularlo hay que trazar una línea entre el primer y último punto sobre una curva de lactatos. La máxima distancia entre la curva y la recta, sería el Dmax.

Es un método que correlaciona con el rendimiento muy bien, mejor que otros umbrales, sobre todo en deportistas recreacionales (Nicholson & Scheivert, 2001; Papadopoulos et al, 2006; Machado et al, 2011, 2012), aunque en atletas de élite haya métodos mejores (Santos-Concejero et al, 2013b). Tiene limitaciones (el atleta tiene que hacer una carga máxima, el tipo de regresión afecta al resultado, la carga inicial si se elige mal puede alterar el resultado…), pero en general lo considero muy consistente. Hay una variación de este método que propone usar el primer umbral como punto de partida para trazar la línea, en vez de la velocidad inicial. Aquí hay métodos para elegir, oiga.

7. Umbral de lactato

Hay otros «umbrales de lactato», sobre todo para el primer umbral… pero bueno, este en concreto es el punto en el cual se da un incremento de al menos 1 mmol·L-1 (Coyle et al, 1984). Es un método bastante útil y sencillo, aunque con poco preciso. Se usa bastante.

Conclusiones

Como veis, muchos nombres, muchos métodos… y eso que no he nombrado todos: Calcular el umbral por medio de dos regresiones lineales usando el punto de cruce, calcularlo a «ojo» (Sí, así también se puede hacer), transformación logarítmica, tangentes… en fin, que demasiada variación para el mismo concepto.

El único consejo que realmente debería valer es que cada entrenador debería elegir el método que más le convenga (si no es un umbral fijo, mejor) y aferrarse a él. Ser consistente, para al menos poder comparar valores a lo largo de la temporada para el mismo atleta, porque sino, desde el momento que usamos más de un método… será imposible hacer una evaluación de la progresión de un atleta a lo largo del tiempo.

Una vez el umbral esté definido y calculado… ya será cuestión del entrenador usar esos datos como mejor estime a la hora de programar las sesiones de ejercicio, evaluar la condición aeróbica del deportista y predecir el rendimiento en pruebas futuras. Nunca hay que olvidar que el umbral no es más que una herramienta, no es la panacea… y será más útil o menos dependiendo de quien la esté manejando. Aquí, la magia del entrenador a la hora de aplicarlo es la verdadera clave.

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Derribando mitos sobre el lactato

«Pues habrá que hacer un test de lactatos a ver…» ¿Qué atleta de resistencia no ha oído algo así alguna vez de su entrenador?

El lactato, de alguna manera u otra, forma parte de la vida de todo corredor y no son pocos los que mantienen una relación de amor-odio con esta sustancia, tan famosa y a la vez tan desconocida. Todos hemos oído hablar de él… y más de uno no tiene muy buena opinión ¿Pero sabemos lo que es?

Pues bien, el lactato no es más que 2-hidroxipropionato (C3H5O3), o lo que es lo mismo un anión orgánico derivado de la disociación del ácido láctico (No nos hemos enterado, ¿A que no?). Como el objetivo de este texto no es más que hacer una introducción al lactato… no entraremos en la bioquímica nada más que para recalcar que debido al bajo pK (3.86) de la enzima lactato-deshidrogenasa (que es la que produce ácido láctico a partir de ácido pirúvico al final de la glucolisis) y teniendo en cuenta el pH fisiológico humano (en torno a 7.35), el ácido láctico se encuentra prácticamente disociado al 100% (recalco, 100%) en lactato y en un protón o hidrogenión (H+) en el organismo. Por eso, cuando oigáis a alguien decir puede sentir el ácido láctico, dadle una colleja, en todo caso será lactato (y ni eso, ¡El lactato no produce fatiga! Ya lo comentaremos otro día).

En fin, al lío. Primero vamos a desmontar unos cuantos mitos:

Mito: Tradicionalmente se ha pensado que el lactato no es más que un mero producto de desecho, un veneno, resultante de la ausencia de oxígeno…

Realidad: Actualmente se sabe que existe producción de lactato en músculo plenamente oxigenado tanto in vivo como in vitro (Jobsis & Stainsby, 1968; Brooks, 1986; Connett et al, 1986), y de hecho las concentraciones sanguíneas de lactato en reposo son del orden del 0.6-2 mmol·L-1)

Además, hoy en día se considera al lactato como un importante precursor gluconeogénico para el hígado (Cori & Cori, 1929; Stallknecht et al, 1998), un substrato oxidativo para el músculo esquelético y cardíaco (Stanley et al, 1986; Gertz et al, 1988; Bergman et al, 2000), así como un importante factor a la hora de mantener la homeostasis de la glucosa durante el ejercicio (Donovan & Brooks, 1983; Turcotte & Brooks, 1990; Miller et al, 2002). De hecho se estima que el lactato podría representar un 25% de la oxidación de los carbohidratos (Bergman et al, 1999) y entre un 60-80% de la gluconeogénesis durante el ejercicio (Depocas et al, 1969; Donovan & Pagliassotti, 1989). Casi nada oiga.

¿Acaba aquí la cosa? Pues no, también se sabe que el lactato es el principal substrato energético de diferentes órganos y tejidos en reposo o durante el ejercicio (Gertz et al, 1988; Stainsby & Brooks, 1990; Gladden, 2000; Bergman et al, 2000), como por ejemplo el cerebro (Brooks, 2002; Dalsgaard et al, 2004a,b; Dienel, 2004), piel e intestino (Johnson & Fusaro, 1972), riñón (Leal-Pinto et al, 1973; Brand et al, 1974; Yudkin & Cohen, 1975; Bellomo, 2002) o incluso músculos no activos que utilizan lactato procedente de otro músculo activo (Carlson & Pernow, 1959; Ahlborg et al, 1975).

¿Y todo esto qué más nos da? Pues bueno, habrá primero que quitarle el «muerto» de enemigo del atleta antes de continuar… En realidad el lactato no es más que un mero indicativo de la intensidad de ejercicio, y no un causante directo de la fatiga muscular como mucha gente piensa. Además, es un aliado de entrenadores y atletas, a los que tanto les gusta realizar test de lactatos (bueno, a los atletas les gusta un poco menos)… en otro post veremos por qué.