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Entrenamiento: ¿arte o ciencia?

Entrenamiento: ¿arte o ciencia?

Mucho se ha hablado esta semana, sobre todo entre el colectivo de entrenadores, sobre el pasado récord americano de 5000m indoor de Galen Rupp y el entrenamiento posterior nada más terminada la carrera.

Los comentarios dudan de si tildar a Salazar de loco o de genio, y se preguntan si ese entrenamiento tiene algún sentido tras el desgaste de una competición, nada más y nada menos que 5k en 13:01.

Para mí, esto tiene varias lecturas. Por una parte, si Salazar es un loco o un genio, supongo que ambas. Desde luego, algo tiene que estar haciendo bien a la vista de los resultados de sus pupilos en los últimos años.

Y supongo que hay que estar un poco loco para conseguir revolucionar el atletismo de la manera como lo ha hecho él. Tanto si van con gasolina extra como si no, cosa que también duda mucha gente, no voy a entrar hoy.

El hecho es que sus chicos están por encima de otros que sí que van con extra, y sin un entrenamiento extraordinariamente brillante eso es imposible.

Desconozco los motivos por los que deciden realizar este entrenamiento. No sé si tendrá una base científica que ellos hayan descubierto y que el resto todavía estemos esperando que vea la luz, o simplemente es una obra más de innovación por parte de los entrenadores.

Se dice que tras una buena competición existe un «momento mágico» en el que el cuerpo es capaz de asimilar grandes trabajos. Aparte de la explosión hormonal por la euforia, adrenalina, etc… no le encuentro otra explicación, aunque para un tío de 26:48 en 10000ml hacer un 5000 a 13:01, descansar y luego hacer unos intervalos de 800-400 hasta un volumen total de 8km, desde luego es muy duro pero no fuera de su alcance.

Por último, esto me refuerza en mi creencia de que la ciencia siempre va detrás de los entrenadores. En España hemos pasado de una época en que los entrenadores eran meros artesanos sin ningún tipo de formación científica, aficionados que basaban todo su conocimiento en la experiencia y la observación (y mucha pasión, desde luego), a una tendencia en ocasiones demasiado cientifista (permítanme el palabro) y academicista.

La ciencia no es ni más ni menos que una herramienta para el entrenador, como puede ser un martillo para un carpintero, imprescindible sí, pero no única.

Por supuesto que la ciencia es una base fundamental del entrenamiento, eso nadie lo niega, pero es un error supeditar absolutamente todas nuestras acciones como entrenador a la existencia de algún estudio realizado en la Universidad de Nosedónde, por el doctor Nosequién, con un grupo de estudiantes de Nosequé, es un error. Y es un error por varios motivos.

El primer motivo bajo mi punto de vista es que la ciencia cobra mayor en los ámbitos donde se cumplen dos condiciones: predominio de ciencias exactas como las matemáticas, la física y la química, y aplicadas a elementos y en condiciones estables, como por ejemplo la arquitectura o la ingeniería.

Sin embargo, señores, los entrenadores trabajamos con algo más inestable que el plutonio: un ser humano. Correr, saltar, lanzar… es física, es química, pero también es pedagogía, son emociones, historias, sueños, deseos, enfermedades, frustraciones, y un organismo biológico tremendamente complejo con docenas de sistemas que todavía no logramos comprender al 100% interactuando entre sí.

El otro motivo es porque algunos (no sé si muchos o pocos) de los estudios científicos en los que nos basamos a veces no tienen aplicación práctica, también por diferentes motivos.

Por una parte, porque normalmente los estudios se realizan en laboratorio y se intentan conseguir condiciones estables e iguales para que el estudio tenga validez. Sin embargo esas condiciones no siempre son las mismas cuando bajas a la pista.

Por otra parte, en muchas ocasiones no se especifican los protocolos de entrenamiento que se siguen los sujetos de estudio, o se explican vagamente, pero en el entrenamiento existen muchos matices que hacen diferente un mismo entrenamiento sobre el papel.

También el grupo de estudio es algo que influye en gran medida en los resultados de los estudios, es muy difícil realizar estudios con atletas muy entrenados o de élite, muchos estudios se realizan con sujetos que poco entrenados a los que cualquier estímulo les mejora casi cualquier capacidad.

Por último, aunque tengo un gran respeto y admiración por los investigadores, este colectivo (como ningún otro) no se libra de la «corrupción». ¿Acaso creéis que no existen miles de estudios firmados por autores que probablemente no se hayan leído ni el texto? Es más fácil publicar un artículo si lo firma alguien «con nombre» (o pagando). ¿Acaso dudáis que existan estudios con datos «ajustados a mano» o directamente inventados? Bueno, acercaros a alguna universidad y si tenéis algún profesor conocido metido en la investigación, que os cuente.

No es mi intención en este articulo devaluar la importancia de la ciencia, simplemente que como entrenador no se debe infravalorar la importancia de la observación, la reflexión, el propio ensayo-error ni la intuición y creatividad. Luego ya vendrán los científicos a demostrar si tenías razón o no ;-).

En mi opinión el buen entrenador es aquel que consigue encontrar el equilibrio entre la ciencia y sus propias creencias o deducciones, aquel que consigue crear algo de la nada para elevar el nivel de sus atletas, aquel que sabe cuándo dudar de sí mismo y cuándo dudar de la ciencia.