Este post surgió a raíz de la lectura de un artículo de Alex Hutchinson. Alex es periodísta científico, ha escrito varios libros y actualmente es conocido por sus artículos en la revista Runner’s World americana, donde divulga interesante información sobre el alto rendimiento deportivo.
Hace tiempo mi colega y colaborador Jordan Santos desterró algunos mitos sobre el lactato. Lejos de ser un elemento perjudicial para el rendimiento, se ha demostrado que es un sustrato oxidativo, además de ser un buen indicador de la intensidad del esfuerzo. Me llamó especialmente la atención el artículo del Hutchinson porque en cierta manera refuerza la teoría de que el lactato no es el causante (al menos no de manera independiente) de ese «bloqueo» muscular cuando realizamos esfuerzos más o menos prolongados de alta intensidad, esos con un alto componente aneróbico como pueden ser los 400m ó 800m.
El estudio
En el estudio de la Universidad de Utah que menciona en su artículo, un grupo de científicos se propusieron descubrir qué es lo que causa la fatiga y el dolor muscular durante un esfuerzo de alta intensidad. Para ello, tomaron diez voluntarios a los cuales se les infundió distintas cantidades de metabolitos asociados con los altos esfuerzos, en concreto 0,2 ml durante 30 s de protones, lactato y ATP. Las distintas pruebas y resultados que obtuvieron fueron:
- Infusión de los distintos metabolitos por separado en cantidades máximas: No provocó ninguna fatiga o dolor.
- Infusión de una combinación de metabolitos en cantidades similares a los músculos en reposo (pH 7.4 + 300 nm ATP + 1 mm de lactato): Tampoco evocaron ninguna sensación.
- Infusión de una combinación de metabolitos en cantidades similares a los músculos durante el ejercicio de resistencia moderada (pH 7,3 + 400 nm mm lactato ATP + 5): Produce una significativa sensación de fatiga.
- Infusión de una combinación de metabolitos en cantidades similares al ejercicio vigoroso (pH 7.2 + 500 nm mm lactato ATP + 10): Produce sensaciones más fuertes de la fatiga y el dolor en algunos sujetos.
- Infusión de una combinación de metabolitos a niveles máximos (como se encuentra con el ejercicio isquémico): Causaron más dolor, pero ninguna sensación de fatiga adicional.
Conclusiones
Esta es la primera demostración en seres humanos de que los metabolitos producidos por el ejercicio actúan en combinación para activar las neuronas sensoriales que emiten la señal de sensación de fatiga y dolor muscular. Las conclusiones que podemos sacar son que:
- Existe un grupo de receptores en los músculos que evoca sensaciones de fatiga y se activa por las bajas concentraciones de metabolitos que producimos durante el ejercicio moderado.
- Existe otro grupo de receptores que evoca sensaciones de dolor y se desencadena por las concentraciones de metabolitos que se producen durante el ejercicio intenso y extremo.
- Los metabolitos de forma aislada no evocan ninguna sensación, ni de fatiga ni dolor.
Hola, por ahí van los tiros, Vicente. Los metabolitos que se producen por la actividad muscular son al mismo tiempo señales sobre la intensidad y duración del ejercicio. De forma que esas señales son recibidas por los nervios, y transmitidas al cerebro. Allí hay un juego de equilibrios entre voluntad por mantener el ejercicio, percepción de la ejecución y previsión de cuánto se podrá mantener según las señales, y las señales de alarma para detenerse.
Por cierto, ya se ha acuñado en la bibliografía científica el término «neurodoping». Como podéis ver en el enlace que dejo. Y se trata de manipular de manera no invasiva la actividad cerebral para alterar la percepción de esfuerzo.
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/?term=neurodoping
Como dice Luisillo, hasta qué punto será legal
saludos
Hola Juan, terreno pantanoso ese del neurodoping, supongo que es un tema que dará que hablar en los próximos años. Un saludo y gracias por tus aportaciones.
Hola, muy interesante el artículo que citas y explicas. No lo tenía detectado. Completamente de acuerdo con esa línea de trabajo en la que los metabolitos que se producen por el ejercicio son mensajeros para los receptores de todo tipo que indican intensidad de esfuerzo, posible daño tisular, etc.
Pero no deja de estar enmarcado entre «lo esperable» dentro de esa sopa de metabolitos. Actualmente se apunta más hacia la acción de las mioquinas (myokinas) como moléculas que se generan en el músculo por su actividad y que modifica el entorno tanto cercano como más lejano del lugar de esfuerzo.
Su papel más claro está en regulación de inflamación y dolor (el candidato más claro para agujetas, por su rol regulando microinflamaciones). Pero también puede actuar sobre terminaciones nerviosas etc.
Son interleuquinas que se producen en el músculo, su descubrimiento es reciente (primeros artículos desde 2005 o así) y han hecho que se proponga fisiológicamente al músculo como un órgano endocrino y paracrino.
En cualquier caso, todos estos datos, los del artículo y los de mioquinas, apuntan a que la fatiga es un fenómeno multifactorial, nada de reducirlo a local o central, y que es la combinación de factores (algo bastante complejo) lo que determina que se entre en fatiga o no.
saludos
Hola Juan! Muchas gracias por la información que nos expones, es nueva para mí y sin duda debe ser una línea de investigación para los próximos avances en entrenamiento.
Yo de bioquímica no entiendo mucho, pero cualquier descubrimiento que tenga aplicabilidad en el entrenamiento es para mí de sumo interés. Saber cómo funciona nuestro organismo y cómo reacciona a los estímulos para poder prever con precisión las adaptaciones.
Un saludo y espero seguir contando con tu participación en el blog, este espacio es vuestro.
La conclusión que yo saco es que estos metabolitos en sí mismos no son el «veneno» que se creía, sino que simplemente nuestros receptores detectan su presencia en determiados niveles y combinaciones y desatan una reacción de sensación de fatiga y dolor.
Yo creo que más que una solución «química» (dopaje), esto quizá nos abre la puerta a una solución perceptiva/psicológica. ¿No crees?
Asi es, desde luego estos estudias demuestran la complejidad de la fisiología deportiva ( tambien la otra :)), y los mecanismos de adaptación y control que tiene el cerebro para reaccionar a las cargas según la intensidad. Si la idea para aplicarla al entrenamiento va por el camino de minimizar esas sensaciones de fatiga muscular y dolor, en términos de actuar desde fuera químicamente, entraríamos en un terreno peligroso y ya de sobra conocido en otro ámbitos, hasta que punto sería legal.