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Niños y medallas

Este fin de semana, mientras comía con unos compañeros, un niño de 10 años me contaba que había ido a una competición y había ganado los 500m. Mi respuesta fue: «¿y cómo te lo has pasado?»

El pobre niño me lo decía con toda la inocencia del mundo, sin embargo, es más que habitual encontrarse niños que tienen una percepción de superioridad respecto a los compañeros por ganarles en las competiciones.

También padres que reclaman más entrenamientos porque sus chavales «tienen talento pero no entrenan suficiente» y entrenadores y clubes que justifican su labor con medallas en categorías inferiores que, a largo plazo, no valen absolutamente para nada.

Personalmente, soy un fiel defensor de la competición como medio educativo, siempre que se enfoque de la manera adecuada.

En categorías menores la competición simplemente es un entorno donde desarrollar otras habilidades, que pueden ser físicas, psicológicas o sociales.

De manera progresiva la competición se convierte en un fin en sí mismo a medida que los atletas adquieren la madurez física y mental, pero jamás el resultado debería estar por encima de los auténticos contenidos del entrenamiento infantil si pretendemos desarrollar atletas equilibrados que aspiren a alcanzar su máximo potencial en plena madurez.

Lo más habitual debería ser que los que ganan en estas categorías sean los más talentosos o los de maduración más temprana.

No hay motivo alguno para que un atleta cuya maduración psicológica y biológica es más tardía deba entrenar más duro para alcanzar a sus compañeros, y eso es responsabilidad de los entrenadores por partida doble, primera con el trabajo con los propios niños y segundo «educando» a los padres. Respetemos las etapas del desarrollo deportivo.

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6 Comentarios

  1. Alberto Torrijos

    Hola Vicente.
    Es un tema complejo y estoy de acuerdo en casi todo.
    Pero permíteme discrepar en un aspecto. Aunque he practicado y comparto el gusto por el atletismo, llevo de entrenador de tenis diecisiete años.
    Aunque sean los apropiados para cada etapa, los entrenamientos en categorías inferiores, bajo mi punto de vista, sí deben estar dirigidos a competir y no a desarrollar habilidades psicológicas o sociales. Nunca deberían ser esos los objetivos de un entrenador. Lo psicológico y lo sociológico ya están implícitos en toda actividad humana en grupo. Si ponemos el acento en ello corremos el riesgo de desvirtuar nuestra profesión y el desarrollo atlético o técnico de los pequeños además de infantilizarlos. Basta con aplicar el sentido común para que el entrenador pueda hacer que los niños entrenen sin conflictos o, si estos surgen, saber lidiar con ellos. La integración, la socialización o la inteligencia emocional son productos de márketin que parecen necesarios por desgracia para vender nuestro trabajo, pero son una perogrullada como un castillo. Cosas de las modas pedagócio-políticas.

    Creo que el niño sí debe sentir que la competición es el fin del entrenamiento aunque nosotros sepamos que no es así. Porque claro ¿cómo explicarle que lo que se está haciendo está pensado para que su desarrollo sea el mejor dentro de ocho, diez o doce años?

    Por otra parte es natural que un niño sienta superioridad frente a quienes ha ganado. Es absolutamente inevitable. Esto no quiere decir que esa superioridad quede matizada por el entrenador. Tampoco he visto a ningún niño que no le moleste, disguste o aterre perder. Nuestra tarea como entrenadores es, bajo mi punto de vista, ayudarles a gestionar tanto las victorias como las derrotas, y puede que a largo plazo lo consigamos.

    Uno de los errores de muchos padres es que son cortoplacistas hasta decir basta. Tanto quieren que su hijo gane cuanto antes como si pierde le alejan de la competición para que no lo pase mal; e parece un error tan grave lo uno como lo otro.

    Un saludo

    Alberto Torrijos

    Responder
    • Vicente Úbeda

      Hola Alberto! Te agradezco mucho el comentario, al final la experiencia de un entrenador puede decir tanto o más que la teoría. Sin embargo, déjame que matice algunas cuestiones ya que en algunas puede que sí discrepemos pero otras simplemente es cuestión de matices. Estoy totalmente de acuerdo en que lo psicológico y lo sociológico van implícitos en todo, sin embargo a veces encontramos situaciones que entran en conflicto el resolver un problema de esta índole o prepararles bien para la competición. Por ejemplo, prefiero apartar a un chaval durante unos minutos de la actividad (tiempo fuera) por un mal comportamiento aunque se esté perdiendo la práctica, por ejemplo, del salto de altura, cosa que no hacemos cada día, o incluso privarles de ir a una competición. En cuanto a comportamiento, respeto y educación, soy implacable porque he visto a muchos atletas adolescentes o ya adultos con demasiados problemas debido a una falta de respeto hacia los demás y a la falta de disciplina. Pero sobre todo, y relacionado con el otro punto, he visto a chavales de 18-20 años demasiado crecidos, con una falta de humildad, una ceguera absoluta con respecto al papel que juegan los demás en su carrera deportiva, que han acabado cometiendo errores, tomando decisiones incorrectas y, por desgracia, muchos abandonando prematuramente el deporte aún valiendo para ello.

      El tenis es un deporte mucho más precoz que el atletismo y creo que no es comparable, porque un atleta hasta los 16 años no empieza a entrenar «para competir», difícilmente llega a la élite (salvo excepciones) antes de los 24-26 años y suele conseguir su máximo nivel en los 4-8 años siguientes dependiendo disciplinas. Es mucho tiempo hasta llegar ahí como para dejar que los chavales vayan con 16 años con aires de grandeza por tener una medalla en un campeonato regional. El atletismo son demasiados años como para tener prisa, además de que debemos ser extremadamente cuidadosos con los procesos biológicos madurativos, porque un exceso de carga precoz SIEMPRE compromete el potencial futuro.

      Otro aspecto importante en cuanto a diferencias con el tenis, es que en este existe una oposición directa con un oponente y es imprescindible actuar en función de ello. Tu juego influye en el juego del rival. Es básico tener una mentalidad de ganarle el punto, ganar el partido. En el atletismo tenemos una filosofía muy diferente ya que la oposición directa apenas tiene importancia, quizá un poco en carreras de medio-fondo tácticas, pero en el 99% de los casos (saltos, lanzamientos, velocidad, vallas) basta con hacer bien tu propia carrera para estar en el sitio que te corresponde. Por tanto nosotros educamos en la comparación con uno mismo, tratar de enseñar a lanzar, saltar o correr mejor que antes, no mejor que nadie, porque, en nuestro caso, eso no sirve para nada. Uno simplemente debe superarse a sí mismo porque no tiene ninguna influencia (a diferencia de el tenis) sobre el rendimiento de los oponentes. Por tanto, enfoques diferenciados.

      Por supuesto, totalmente de acuerdo contigo de que la infantilización sería un grave error, yo a mis atletas les exijo que del el 100% en el entrenamiento y que den el 100% en la competición. Pero no sentirse superior con ellos, porque aunque seas el mejor en todas las disciplinas, el que más y el que menos puede darte una lección en cualquier otro ámbito de la vida, las matemáticas, el ajedrez, el piano o lo que sea, y ser atleta no es más importante que ser pianista. Con 12-14 años no se me ocurriría trabajar con métodos y cargas de adultos, aunque hay entrenadores que lo hacen y por ello sus atletas son campeones provinciales, autonómicos o nacionales. Pero por ese mismo motivo a los 20 años ya no queda ninguno en los ránkings.

      Muchas gracias por alimentar este debate y espero gustosamente más comentarios. ¡Un saludo!

      Responder
      • Alberto Torrijos

        Gracias por el feedback, Vicente.

        Es cierto lo que dices sobre la precocidad del tenis, pero el hecho de que sea así no quiere decir que esté bien, es más bien un vicio del tenis de ahora.

        Todo eso que propones, como apartar a un niño de la competición o dejarle fuera durante un tiempo del entrenamiento, etc, es a lo que yo me refería con sentido común. Así que de acuerdo en ello.

        Mi entrenador de atletismo, el gran Isaías Díaz, al preguntarle mi padre un día si yo iba a ser un buen atleta, le contesto: «lo importante es que sea buena persona» … » Un crack Isaías.

        Un cordial saludo.

        Responder
        • Vicente Úbeda

          Totalmente de acuerdo, gran tipo Isaías y muy sabias palabras.

          Aquí tienes tu blog para compartir tus experiencia cuando desees.

          Saludos!

          Responder
  2. Anónimo

    En mi club hasta cadete este problema no se da, pero se llega a juvenil entonces aparecen los clubes y mánagers disfrazados de entrenadores y entonces todo el trabajo hecho hasta el momento se desbarata en su mayor parte. Lo peor es que esos flamantes cazatalentos ni se toman la molestia de ir a hablar con los entrenadores de promoción para saber más cosas de los atletas a los que van a entrenar.

    Responder
    • Vicente Úbeda

      Mi maestro Wynn Gmistroski me dijo: «As long as you are getting improvement from what you are doing keep doing it. Once there is a plateau make a change.»

      Ningún atleta debería cambiar de entrenador mientras siga progresando.

      Responder

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