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Si hay algo que me gusta (y creo que también a muchos colegas de profesión), es hacer planificaciones de la temporada de entrenamientos. Abrir un excel, numerar las semanas, colocar las competiciones principales, establecer los periodos y trazar la dinámica de las cargas con diferentes colores. Todo muy bonito. Con el tiempo, me he dado cuenta de lo inútil que es perder demasiado tiempo con estas cosas. No es que no considere que haya que planficar, ojo, sino que es un error hacerlo de la manera en a la que estamos acostumbrados, entrenado en demasiados detalles y haciendo previsiones que nunca se cumplen.

Así pues, hace unos días empecé a esbozar este artículo donde me cuestionaba la utilidad de la planificación y periodización de la temporada, el cual pensaba publicar hoy mismo. Sin embargo, me he visto sorprendido no por uno, sino por dos artículos sobre la periodización del entrenamiento durante el fin de semana, casualmente ambos bastante disruptivos y que vienen a explicar mucho mejor de lo que yo podría hacerlo lo que opino sobre esta práctica.

En el primero de ellos, Periodization – Myths & Reality, A Coaches Perspective escrito por Vern Gambetta, una de las ideas con las que más identificado me siento respecto a la comprensión del entrenamiento es que considera que la clave es la organización del entrenamiento basada en unos sólidos principios pedagógicos. Uno de los argumentos que esgrime para rechazar la periodización clásica de los modelos soviéticos (que todavía hoy está fuertemente consolidada), es que la literatura al respecto tiene un importante sesgo por la utilización de drogas de manera sistemática en aquel contexto, básicamente la periodización suelen ser ciclos de dopaje. Hoy en día, lo que se considera importante es la temporalización entre los estímulos de entrenamiento y la interacción entre unos y otros.

En la práctica, cuanto más largo sea el periodo que queramos planificar, menos aplicabilidad tendrá el plan. Por eso, lo importante no es tanto tener una detallada planificación anual o mensual, sino focalizar nuestra atención y esfuerzos en la programación del microciclo y las sesiones individuales de entrenamiento para hacer de la planficiación algo práctico y efectivo.

Wayne Goldsmith publicó otro artículo titulado Coaching without periodisation (aquí la segunda parte) donde también cuestionaba la utilidad práctica de la periodización. En este caso, el principio fundamental al que apunta es que la única cosa por encima de todo sobre la que hay que basar la filosofía del entrenamiento es asegurarse de que cada entrenamiento sea diseñado para que cada atleta reciba el estímulo perfecto en ese mismo momento. Si este es nuestro objetivo, entonces planificar días, semanas y meses no sólo es una locura, sino que bordea la irresponsabilidad. Goldsmith propone  la siguiente alternativa:

  • Coach (Entrena)
  • Observe (Observa)
  • Assess (Evalúa)
  • Create (Crea)
  • Help (Ayuda)

Para evitar malinterpretaciones de todo esto, quiero hay que aclarar que ni los autores ni yo estemos en contra de la planificación o la peridización, sino que la forma en la que se concibe de manera tradicional no resulta óptima y que existen otras vías para alcanzar el máximo potencial de los atletas. Como dije en otra ocasión, un plan de entrenamiento es una mentira necesaria, ya que lo importante no es el plan, sino el atleta. Los planes están para cambiarlos, así que no conviene perder más tiempo del necesario en ellos.

Algunos de mis atletas para la temporada 2015/2016
42 motivos para correr